Soñé que después de tantos años Salinger salía a buscarme. Era pelado y lento como un buda y me decía: hace mucho debería haber muerto. De pronto, nos encontrábamos en una trinchera. Del otro lado, unos soldados alemanes avanzaban en línea recta, como ensartados en un metegol imaginario. Después, ya no volvió a hablar, porque en el silencio se agrandaba su obra.
Soñé que sabía que era mentira que sólo un instante puede definir nuestra existencia. Iba a buscar a Borges para decírselo. Me recibía en una biblioteca con pisos y muebles de arena, pero no quería escucharme. Entonces yo le pateaba el bastón y él gritaba aterrado el nombre de su madre y también: "eres esto, eres esto". La escena se repetía al menos seis veces.
Soñé que perdía la capacidad de soñar. Había agotado las reservas de cansancio y todas las represiones posibles. Desde un diván de humo, Freud me dictaba que no había esperanza y que pronto iba a despertar. En la vigilia, se borraban uno a uno todos mis libros.
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1 comment:
Maaaaaaaaaas!!!!
Una de dos... o escribís más o proponés un concuros pseudoliterario en el que cada uno de nosotros toma un autor y crea su onirismo personal.
En varias cosas me gustaron más tus sueños que los de Bolaño. Más que nada en que cacho más las intertextualidades (que calculo que son esenciales en el tema). Y además que te tomás unas líneas más para expresar la "sensación" de cada momento. Bolaño te corta el mambo demasiado rápido.
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