Thursday, June 30, 2005

La inmortalidad

Creció un poquito para llegar a ser un cuento breve...

Yo era en aquellos años un oscuro funcionario de la burocracia. En un palacio derruido, mi trabajo consistía en dilatar las peticiones de los hombres. Tenía un séquito de secretarias que me ayudaban en esa función: me interrumpían constantemente con llamadas equivocadas, me seguían hasta el baño, derramaban el café sobre mis papeles. Sólo de esa forma podía seguirle el ritmo a las postergaciones.

Recuerdo que algunas tardes venía un hombre a visitarme. Sabíamos por rumores de los guardias que había tardado varios años en llegar hasta mi puerta. Pero nunca me pidió nada, se limitaba sentarse en un banco que había en el pasillo. También sabíamos que su nombre empezaba con F, pero el resto de las letras se había perdido debajo de tantos sellos. La última vez que vino parecía más lúcido que nunca. Entró en mi oficina y miró la alta torre de expedientes. La inmortalidad, dijo, es estar al fondo de la pila.

2 comments:

Patricia Laura Patria said...

Genio.

Patricia Laura Patria said...

Me gusta mucho como escribís.